LA FRASE

La frase de la semana: "Pareciera que a los ministros les bajaron la palanca y no piensan más". Roberto Lavagna.

lunes, 15 de marzo de 2010

La oposición en la mira

Hay una certeza: la mayoría de la gente (con lo feo que suena hablar de "la gente") pretende que la oposición se muestre unida. Hay otra certeza: la mayoría de los periodistas o analistas se agarran de ese dato para criticar en duros términos a la oposición, por no poder mostrarse cien por ciento unida. Pero mentiría aquel que, diciéndose entendedor de la política argentina, se muestre sorprendido por los problemas que hoy se visualizan en el sector no kirchnerista.
Desde el 28 de junio del año pasado, cuando los Kirchner y sus aliados alcanzaron sólo el 30 por ciento de los votos pero nadie consiguió más, se sabía que el escenario iba a ser tal cual está siendo. O incluso podía ser peor: se podía suponer que la Cámara de Diputados iba a ser un cambalache, con un conjunto de fuerzas que iban a intentar abroquelarse frente al kirchnerismo. Pero también se esperaba un Senado donde el kirchnerismo todavía tenía una cerradísima mayoría, por lo que se esperaba que allí se frenen los proyectos impulsados por la oposición.
¿Qué tenemos hoy? Una Cámara de Diputados que es un cambalache, que intenta aprobar proyectos que no son del agrado del kirchnerismo, y una Cámara de Senadores donde la oposición logró imponer una mayoría para conformar las comisiones pero difícilmente la pueda repetir siempre en las votaciones en el recinto.
Ahora bien, ¿se puede pretender que toda la oposición se muestre siempre unida? La respuesta es no. Se van a poner de acuerdo muchas veces durante este año, en especial en cuestiones institucionales, donde el kirchnerismo generó más daños. Pero difícilmente todas las iniciativas los muestre juntos. Son demasiadas las diferencias entre ellos, en algunas casos con ideologías casi antagónicas, a saber: Proyecto Sur (Pino Solanas)-PRO (Macri), Partido Socialista - Reutemann, UCR - Peronismo Federal, etcétera.
Además, la crisis de los partidos políticos generó que haya en el Congreso bloques minoritarios de uno o dos miembros. Con la paridad existente, esos votos valen oro, y quien mejor maneja hoy el oro en el país es el Gobierno. Esos bloques no tienen estructuras partidarias que les marquen el camino, por lo que pueden votar como quieran. Y si nunca definen un posicionamiento, logran quedarse en el mercado por más tiempo. Esos casos, más de una vez van a atentar contra los intentos opositores, en especial en el Senado, donde las diferencias son más cerradas.
No obstante, hay tres problemas que tiene hoy el variopinto arco opositor, todos relacionados entre sí: la difícil convivencia de los diferentes líderes, la falta de una estrategia común y el 2011. Carrió no quiere que Cobos o los radicales fijen el camino, Pino no quiere que nadie se lo fije, De Narváez hace su camino y no se preocupa por el de los demás, Solá quiere ser líder pero no logra liderar en el propio peronismo disidente, el macrismo no tiene peso para fijar una estrategia, los peronistas del Senado son todos caudillos en sus pagos acostumbrados a mandar más que a obedecer, y nadie quiere que Carrió les marque la cancha. ¿Esto pasa porque son caprichosos? No necesariamente. Los seguidores de Carrió se enojarían con ella si se alinea con Cobos, o los de Pino se enfadaría si este queda inmerso en la lucha bipartidista, o muchos radicales no podrían ver a Carrió como la líder de la oposición, y así sucesivamente.
Y como si fuera poco, nadie quiere perder posiciones en el camino al 2011. Aunque lo nieguen, todos toman sus decisiones mirando de reojo las presidenciales. Los moderados y los duros, los conciliadores y los rupturistas. Todos.
Así es muy difícil que la oposición pueda fijar una estrategia común. Pero eso no es novedad. Por lo tanto, sólo se puede pretender que se agrupen en determinados proyectos. Y en el resto, terminarán debatiendo y debatiendo. En algunos casos llegarán a algo, y en otros a nada. Pero eso es lo positivo que logró la oposición y ahora todos se olvidan: el Congreso funciona y dejó de ser una mera escribanía. Funciona a los ponchazos, pero funciona. Antes se trataban solamente los proyectos del oficialismo. Ahora todos tienen las mismas posibilidades, y dependerá de la astucia de cada uno de los opositores para convencer a sus pares el destino que tengan.
La oposición está en la mira: ¿tienen que unirse? Cuando puedan. Aunque sea tienen que trabajar para buscar los mayores consensos, una práctica que no le va a venir mal a nadie.

1 comentario:

Alej. dijo...

Me gusta el artículo y coincido mucho. Mi opinión es que ojalá la oposición no se una demasiado, porque no creo que haya algo así como "la oposición". Como vos decís hay mil bloques y partidos heterogénos y en muchos casi tienen más similitudes con el oficialismo que con otros partidos. Creo que institucionalmente suma más que se vote por afinidad que por oposición.
Abrazo gabito.