LA FRASE

La frase de la semana: "Pareciera que a los ministros les bajaron la palanca y no piensan más". Roberto Lavagna.

lunes, 9 de noviembre de 2009

ADN: Algunas precisiones para saber qué discutimos

Les dejo aquí una nota de opinión publicada hoy en el Diario Crítica por la diputada de la Coalición Cívica Fernanda Gil Lozano. Para quien no la conoce, tiene una larga experiencia en la defensa de los derechos humanos, en especial en el tema de la trata de personas.

El miércoles pasado se trató en el recinto de la Cámara de Diputados de la Nación un proyecto de ley elaborado por el Poder Ejecutivo Nacional. Dicho proyecto tiene por objetivo habilitar la extracción/obtención compulsiva de ADN de presuntas víctimas. Pero no se trata sólo de presuntas víctimas de supresión de identidad o de supresión de identidad como consecuencia de crímenes de lesa humanidad. Por el contrario, al ser un agregado al Código Procesal Penal, abarca la obtención de pruebas de todo tipo de delitos. Por tanto, se produce aquí una primera confusión en los términos del debate que hay que despejar: el proyecto no refiere ni acota el universo a las víctimas de desaparición forzada.
Pero existe una segunda confusión también sumamente importante. Y es que el proyecto sí posibilita al juez extraer compulsivamente a la víctima su ADN. Esto queda establecido en el quinto párrafo cuando dice “a tal efecto, si la víctima se opusiera a las medidas indicadas en el segundo párrafo, el juez procederá preferentemente del modo indicado en el cuarto párrafo”, es decir, obtención por requisa personal y allanamiento de morada para conseguir una prenda o artículo de uso personal en el que puedan haber quedado muestras de ADN de la presunta víctima. Al decir preferentemente, lo que se está diciendo es que queda a criterio del juez cómo va a obtener el ADN, y no a voluntad de la víctima. Así, si la víctima se opone, el juez puede obligarla o bien a que se saque sangre (extracción), o bien a que le entregue una prenda íntima (obtención). En ambos casos, ante la negativa de la presunta víctima, se está habilitando siempre el uso de la fuerza y la intervención para ello de alguna de las fuerzas de seguridad, quizás hasta de las mismas instituciones que secuestraron a la víctima o a sus padres.
Así como sostengo que el Estado tiene la obligación de administrar justicia, entiendo –y en esto diferimos con el proyecto del Poder Ejecutivo– que no debe hacerlo a cualquier precio ni de cualquier modo. Mucho menos cuando el costo lo va a pagar la víctima.
Nadie duda de que aquí hay muchas víctimas: la persona que fue secuestrada, la persona a quien se le sustituyó su identidad y, por supuesto, los familiares biológicos que buscan a sus seres queridos. Es evidente que esto genera una tensión y confronta derechos. Pero no podemos caer en el simplismo de creer que un agregado a un código resuelva esta tensión. Mucho menos podemos olvidar que nuestra decisión va a afectar a personas que no son sólo una muestra de ADN. Son seres humanos que sienten, como todos nosotros. Entonces pregunto, para buscar la verdad, para saber dónde están nuestros seres amados, ¿lo único que podemos hacer es enfrentar a víctima contra víctima? Obligar a que una víctima que no quiera sacarse sangre deba tolerar ser apresada por las fuerzas de seguridad o violentada en su casa mediante un allanamiento ¿es la mejor forma que tenemos para poder llegar a la verdad? Espero que no sea así y que recordemos que el derecho a la identidad es eso: un derecho y no una obligación. Y en tanto derecho y no obligación, nos asiste, como seres humanos, la decisión de querer saber quiénes somos o no quererlo.
Mi compromiso con la defensa de los derechos humanos es inclaudicable y, a riesgo de equivocarme, entiendo que no aceptar que el Estado pueda convertirse en dueño de lo más íntimo que tenemos como personas (que no es sólo el ADN sino nuestra voluntad), más que contradecir mi compromiso lo refuerza. Y como ya lo he dicho en muchas oportunidades, no podemos seguir sosteniendo que los problemas que tenemos como sociedad se resuelven con agregarles o quitarles letras a los códigos. Se necesita mucho más que eso, y espero que así lo entendamos alguna vez todos los que luchamos en contra de las violaciones a los derechos humanos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bueno si hablamos de politica, vamos a pasar al peor error de la Argentina QUE ES EL DE VOTAR A UN KITCHNER NUEVAMENTE. Todos vimos lo que era Nestor ese sobornador, ipócrita, mentiroso y engañador, pero bueno no fue su culpa que votaramos a su esposa Cristina Fernandez esa depresiva, loca y rara mujer que se esmera por caerle MAL a la gente y hay tantas personas que le creen gente con dos dedos DE FRENTE!! la misma "gente" que la voto, sin pensarlo dos veces gente que se dejo llevar por el SOBORNO EL MEJOR AMIGO DE ESTE MATRIMONIO CRETINO QUE VA A ACABAR CON NUESTRO PAIS!!