LA FRASE

La frase de la semana: "Pareciera que a los ministros les bajaron la palanca y no piensan más". Roberto Lavagna.

martes, 20 de julio de 2010

Dudas y certezas

"Macri está en el horno, ¿no?", "Está hasta las manos", "¿Va a ir preso?". Estas son algunas de las preguntas que escuché o me hicieron en las últimas horas. Es muy difícil hoy decir cómo va a seguir esta causa. Lo que está claro es que Macri no la tiene fácil.
En el macrismo gritan su inocencia a los cuatro vientos. El kirchnerismo guarda silencio y se regodea con el pantano en el que se metió uno de los principales candidatos para el 2011. El resto de la oposición tomó dos posturas: algunos critican abiertamente (Coalición Cívica, Radicalismo, Proyecto Sur, algunos socialistas), otros defendieron o criticaron a medias (Peronismo federal, otros socialistas).
Es muy posible que el kirchnerismo haya gestado, impulsado y mantenido viva a esta causa. Pero también está claro que las escuchas existieron. Y que el que designó y defendió ferreamente a Jorge "el fino" Palacios, como jefe de la Policía Metropolitana, fue el propio Macri. Esta causa se diferencia de operaciones judiciales como las que sufrieron Enrique Olivera, Francisco De Narváez o Luis Juez, que eran meros inventos. Elementos en la causa existen. ¿Suficientes para decir que Macri es jefe de una asociación ilícita? Difícil.
Por eso el futuro del ingeniero es incierto. Puede ver sepultada su imagen política por un proceso que puede derivar en su destitución y encarcelamiento (otra cosa muy improbable). Puede ser absuelto por la Justicia luego de un juicio oral, pero quedar lo suficientemente debilitado o sin tiempo como para poder luchar por la presidencial. O puede ser absuelto y demostrar que fue víctima de una persecución política. Así, hasta podría salir beneficiado y catapultarse a la Presidencia. Todo es posible en la política de este país. Yo me quedo con la segunda opción.

jueves, 15 de julio de 2010

La noche que Argentina pareció Suecia


La jornada del miércoles dio la sensación de que el que estaba trabajando no era el Congreso argentino, sino el Parlamento sueco (foto). En la Cámara de Diputados se trató y aprobó (media sanción) un proyecto de protección de los glaciares. En el Senado, en tanto, se trató, aprobó y convirtió en ley el matrimonio igualitario, homosexual, gay o como se lo quiera llamar.
Protección del medio ambiente e igualación de derechos para todos los ciudadanos. Dos temas que no suelen estar en la agenda pública de la Argentina. Dos temas que deberían estar siempre en la agenda pública de la Argentina.
¿Hubo falencias para destacar? Sí, como siempre. Un legislador que tildó de "nazi" una idea de una colega, minimizando la verdadera connotación de esa palabra (ser nazi no es sólo discriminar, o tener una visión autoritaria...). O un bloque entero que había aceptado un acuerdo que uno de los propios había cerrado, pero que a último momento lo rompió por la presión de las provincias mineras. Se podría hablar más de los errores, pero a veces conviene quedarse con lo positivo. Con lo sueco.
Pero terminó esa noche, esa madrugada, y Argentina volvió a ser Argentina. Con algunas leyes más comunes en Suecia, tal vez. Pero con niveles de desigualdad social, de pobreza, de deficiencias en salud y educación, de desocupación, de inseguridad y demás problemáticas sociales que nos recuerdan, una y otra vez, que no somos Suecia.